domingo, 13 de julio de 2008

Con las manos en la masa

¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ¿Eo? ¡Ah, sí, ahí está! ¡Quieto! ¡No se mueva de ahí, erm, pillastre, que le quiero dar las gracias! Sí, sí, es a usted, querido lector, a usted, que a pesar de lo muy descuidado que le tiene últimamente quien esto suscribe, no pierde la esperanza y de cuando en cuando se sigue dejando caer por este blog para ver si se nos ha ocurrido algo nuevo. Y bendita paciencia la suya, ¿eh? Un mes y medio larguito llevábamos sin publicar nada, hay que jo#&@se. Pero todo tiene una explicación, y yo se la voy a ofrecer. Resulta que hace muy poco tiempo -unos dos meses- que estoy en un nuevo trabajo, y... Bueno, supongo que todos ustedes han tenido en alguna ocasión un "nuevo" trabajo, con lo cual no tengo nada que explicarles sobre lo estresantes que son estas situaciones ya de por sí. Pero de verdad que, a mí, esto me está matando, porque ya no son sólo las horas que uno pasa en la oficina, sino el desgaste mental al que me encuentro sometido: pienso constantemente en el trabajo. Sueño con el trabajo todas las noches, maldita sea. Y claro, entenderán que uno no tiene la cabeza para nada últimamente. Pero no se preocupen: esto pasará, pasará, los signos ya están en el horizonte y yo confío en que de aquí a poco todo volverá a la normalidad, y volveremos a escribir con la -muy relativa- asiduidad que nos caracteriza. Y de verdad que espero que sea pronto, porque no sólo estoy en deuda con ustedes: hace unos dos meses que les debo un artículo a los señores de http://www.lafonoteca.net/, del que todavía no han visto una sola palabra, recibiendo tan sólo un puñado de vagas promesas por mi parte.... Si estáis leyendo esto, no os preocupéis: el artículo llegará. Más tarde que temprano, pero llegará.

Pues nada, como les decía, los síntomas de que la presión empieza a aflojar están ahí, y de hecho este es el primer domingo en mucho tiempo en el que me siento relajado, tranquilo, con ganas de hacer cosas. Así que esta mañana, cuando me he despertado -temprano para tratarse de un domingo y más teniendo en cuenta que anoche me acosté con un par de caipirinhas de sobra-, me he dicho: ¿qué hacer? ¿Escribir el artículo del que les hablaba más arriba? ¿Darme un paseo? ¿Acercarme a alguno de los museos que aún no he visitado en este ciudad de Ginebra en la que hace ya nueve meses que vivo -cómo pasa el tiempo-? ¿Coger, incluso, el tren y acercarme a Martigny para ver la muy prometedora exposición de Balthus en la fundación Pierre Gianadda? Nada de todo eso, señoras y señores: ¿quieren saber lo que he hecho? Pues me he dado el GUSTAZO de pasarme toda la mañana, con toooda la parsimonia y el cariño del mundo, COCINANDO: primero he hecho una estupenda salsita de tomate casera. Después he confeccionado una enorme tortilla de patata que me reservo para zampárnosla esta noche, Bonnie y yo, cuando ella regrese al hogar después de sus muy merecidas vacaciones, las mismas que yo no he podido tomarme -por cierto, resulta que en francés, me informan mis compañeros de trabajo, no hay expresión equivalente a "quedarse de Rodríguez"-. Y por último, mientras escribo estas líneas está empezando a hervir el agua que he puesto al fuego para, aprovechando que ya tenía tomate frito, hacerme unos riquísimos macarrones Tío Pedro para comer. Y en esto -y en poner unas cuantas lavadoras- se me ha ido la mañana tan ricamente, oigan.

Así que lo dicho: dentro de poco, espero que más. De momento, se acerca la hora de la pitanza y yo me levanto de esta silla para echar la pasta a la olla. Muy buen provecho a todos ustedes.