sábado, 30 de junio de 2007

Disco del día: "Bo Diddley Is A Gunslinger" (Bo Diddley)

He de hacerles una confesión: aún no les he hablado nunca en este blog de la música que más me gusta. Les he hablado de Los Planetas, de La Mode, de Gabinete Caligari, de Belle And Sebastian y hasta de la Orquesta Mondragón; pero como saben bien todos aquéllos de ustedes que sean oyentes (más o menos) habituales de mi programa de radio -aprovecho la ocasión para (volver a) hacerme publicidad: "El Hombre Sentimental", todos los lunes de 21:00h a 22:00h en Onda Latina 87.6 FM Madrid, aunque si viven fuera de la capital del reino nos pueden escuchar también en http://www.ondalatina.es/-, mi rollo en realidad es otro. En general, lo que más me gusta son los ritmos calentitos de los años 60: soul, funk, reggae, ska, boogaloo, calypso... Y si hablamos de rock´n´roll, me sigue gustando más, mucho más, el de los años 50 y 60 que el actual. En gran medida, eso es lo que van a escuchar, mucho me temo, si nos sintonizan: de actualidad, más bien poca (pero eso sí, muy recomendable).

Tras haber hecho tamaña confesión, por favor les ruego que no se imaginen lo que no es, y por si acaso me están ustedes pintando con flequillo, gafas de pasta y un polo Fred Perry bien abrochado hasta el último botón, procedo inmediatamente a desmentirles punto por punto: soy calvo, mis gafas son -y siempre han sido y siempre serán- de montura metálica, y una camisa no es una camisa si no es de cuadros y de no-firma. En otras palabras: mi preferencia por esas músicas de esa época no es una decisión estética, sino algo mucho más sencillo, más visceral: simplemente, me gustan más. Me gusta su empuje, me chifla su sonido y me maravilla pensar que en aquél entonces se rompían barreras a una velocidad pasmosa y las nuevas ideas fluían a un ritmo de auténtico vértigo. ¿Ejemplos? Vayan unos cuantos: el ska reinó en Jamaica durante sólo seis o siete años antes de dar paso al rocksteady, que duró todavía menos -un par de temporadas- antes de ceder el trono al reggae. O si no fíjense en el boogaloo: todos los discos clave del género se grabaron en un período de... ¿cuánto? ¿Tres años? ¿Cuatro a lo sumo?

Cuando digo que de esos discos me chifla su sonido, me refiero a la interpretación más literal de la palabra: aquéllos discos sonaban muy distinto a como lo hicieron en décadas posteriores, por no hablar de hoy en día. Cosas de la tecnología, que en aquéllos maravillosos años se encontraba en un estado de lo más primitivo: para empezar, no existían los multipistas, y cuando se hablaba de editar una grabación había que imaginarse a un operario de estudio armado de un par de tijeras y un rollo de cinta adhesiva; todo lo cual obligaba a los artistas a grabar sus canciones en directo. He ahí la clave, queridísimos lectores, el ingrediente secreto de esas sesiones. Muy en contra de la ultrasofisticación imperante hoy en día, esos discos suenan exactamente a lo que eran: cinco señores encerrados juntos en un estudio de grabación, sudando la gota gorda y pasándoselo bomba tocando una canción. ¿Que el sonido de esas grabaciones era más sucio e imperfecto de lo que un productor puede conseguir hoy en día? Pues... sí. Y qué. Hablamos de canciones y de emoción, no de detergente y cálculo. Había margen para el error humano, y no importaba. Y por Dios bendito, no me hablen de "calidad": esa palabra tan fea aplicada a la música me hace pensar en discos de jazz "adulto" mal entendido, en Café Quijano o en cosas aún peores (si es que pueden imaginarse algo peor). Y si piensan que esas limitaciones técnicas arredraron a los más ambiciosos, se equivocan de cabo a rabo, y no lo digo yo, sino la historia de la música: la inmensa mayoría de las producciones de Phil Spector se grabaron en mono, el "Pet Sounds" de los Beach Boys en DOS pistas y el "Sgt. Pepper´s" de los Beatles en cuatro. Toma Jeroma pastillas de goma. Pero no se trata tan sólo de un tema técnico, sino también de algo mucho más sutil. La industria de la música popular estaba en pañales, (casi) todo estaba por hacer, y supongo que los artistas lo sabían, porque esos discos desprenden ILUSIÓN por todos sus surcos. En definitiva, amigos, de aquellos discos nos atrae también esa mirada limpia, esa inocencia.

Sirva todo lo anterior como entradilla a nuestra recomendación de hoy, por si acaso les había extrañado que nombremos "disco del día" a un álbum grabado nada menos que en 1960. Pero es que en estos tiempos que corren nos hacen falta muchos discos como éste: diez canciones, para qué más, y diez canciones cortas: en total el disco no llega a durar media hora (ideal para animar cualquier trayecto mañanero en metro o autobús hacia sus puestos de trabajo y pensar por un momento que hoy puede ser un gran día), pero he ahí el quid: a la hora de escribir una canción, ¿para qué vas a contar en cinco minutos lo que puedes explicar perfectamente en dos? ¿Para qué hartar al oyente cuando puedes -ojo, señores- dejarle con ganas de más? Cuánta sabiduría la del amigo Diddley, y qué tremenda puntería a la hora de interpretar: imposible rockear más con menos elementos: una guitarra, una voz asilvestrada, dos corillos cutres, un tambor y unas maracas que suenan a caja de cerillas, un ritmo irresistiblemente sencillo -tarareen conmigo: bum-badabum, bum-badam-bum-bam, bum-badabum, bum-badam-bum-bam-... y ya tenemos montada la madre de todas las juergas. Insólito en 1960, asombroso ahora.

Con tantas buenas razones a su favor, resulta triste pensar que el Sr. Bo Diddley es uno de esos héroes un tanto dejados de lado por los historiadores del rock, o al menos a mí me da la sensación de que nunca ha recibido todo el crédito que debiera. Por eso yo quiero recordarles que a ustedes, a todos ustedes, les gusta Bo Diddley, incluso aunque no lo sepan e incluso aunque no le hayan escuchado jamás. Les gusta Bo Diddley por asociación o por influencia, porque si nunca hubiese existido un Bo Diddley nunca hubiera habido unos Rolling Stones, si nunca se hubiese grabado este "Bo Diddley Is A Gunslinger" nunca hubiésemos tenido un "My Generation" a cargo de unos tales The Who; y, puesto que la lista podría seguir hasta el infinito, quiero dejarles con sólo otro ejemplo más, para mí el más escalofriante: estoy convencido de que sin un Bo Diddley que hubiese servido como antecesor, nunca habrían surgido unos Ramones.

He dicho.

martes, 26 de junio de 2007

De playas, pitanzas y apellido(s) en lengua(s) bárbara(s)

Son las 00:53 h. del día 27 de Junio y les escribo estas líneas recién llegadito de un, ay, excesivamente corto (la blitzkrieg es lo nuestro) viaje al muy maravilloso Parque Natural de Cabo de Gata. Y si después de pegarme seis horas de coche -y más aún teniendo en cuenta que mañana (hoy) habré de despertarme bien tempranito para retornar a las minas de sal como buen asalariado- estoy ahora tecleando a estas horas indecentes en vez de estar en la cama junto a mi novia (por cierto, que ya les he hablado de mi novia en varias ocasiones pero aún no se la he presentado. Bueno, pues resulta que precisamente durante este viaje ella y yo hemos estado comentando este tema y hemos convenido que en adelante, cuando nos refiramos a ella, usaremos a falta de otro mejor seudónimo el de "Bonnie"), que es donde debería estar, es por dos razones: la primera, que tengo puesta una lavadora que he de dejar tendida antes de acostarme (archívese bajo el epígrafe "Pequeñas esclavitudes de lo cotidiano"). Y la segunda, que las puntas de los dedos me arden con unas cuantas recomendaciones que les quiero regalar. Allá vamos, y en números romanos:

I) Que visiten ustedes Cabo de Gata a la voz de "¡ahora!", o por lo menos, se resuelvan a hacerlo pronto, antes de que la construcción desenfrenada se cargue lo que hoy en día sigue siendo una joya natural. De verdad. Se lo está diciendo un tío que odia la playa. En serio. No dejen ustedes de remojar sus sonrosados culetes en tantas y tantas bellísimas calas y playas como allí podrán encontrar.

II) Que después de hacerlo (lo de remojar los trasericos en el Mediterráneo tras exponerlos a la furia del rabioso lorenzo que pega en Almería), un buen sitio para reponer fuerzas es el bar "Fidel" en Rodalquilar, que expende todas las variedades de productos cerveceros manufacturados por la mil y mil veces bendita casa Alhambra, y además ofrece tapa de pimiento-del-piquillo-relleno-de-atún-con-orégano-y-aceite-de-oliva-y-olé.

III) Despedida y cierre recomendándoles asimismo el libro cuya lectura me ha animado estas vacaciones: "Viajes con Heródoto", del señor Ryszard Kapuscinski. Sí, ya sé que lo he escrito mal, pero es que son esos malditos apellidos polacos: en realidad "Kapuscinski" lleva dos acentos. "¿Y por qué no los ha escrito entonces?", dirán unos. "Joder, hay que ser vago", dirán otros. Pues muy sencillo: porque efectivamente lleva DOS acentos, pero, se van a reír, uno es en la primera ese y otro ¡en la ene! ¡Por Dios santo, en la ENE! ¡Habráse visto! ¿Se creen que es fácil? Pues yo en mi teclado no sé hacerlo, y eso que soy un tipo con estudios universitarios (ejem). Bueno, a lo que vamos, al libro: a aquéllos que hayan leído otros libros del mismo autor, como el estupendo "Ébano" (no confundir con la novela del mismo título del hasta ahora nunca laureado con el Premio Príncipe de Asturias Alberto Vázquez-Figueroa) el tema no les pillará de nuevas, tratándose de otro libro de viajes a cargo de uno de los periodistas más correcaminos que en el mundo han sido. La novedad en este caso es que el señor Kapuscinski quiere mostrarnos cómo en sus recorridos por el mundo siempre le ha acompañado un ejemplar de la "Historia" de Heródoto, y cómo la lectura de las páginas del autor griego -al tiempo que se hallaba, por ejemplo, en la China de Mao, o en Teherán en los días inmediatamente posteriores al derrocamiento del Sha- le ha enseñado valiosas lecciones de humanidad, entre ellas la de que la historia SIEMPRE se repite. Libro, cuanto menos, curioso, y por supuesto nos han entrado unas ganas feroces de acudir al texto citado, el de Heródoto, que adquiriremos en cuanto se nos presente la primera ocasión. Ñam ñam.

En fin, la lavadora ha terminado su ciclo y yo he terminado mis deberes, y me voy a la cama. Canten conmigo: hay que descansar, hay que descansar, para que mañana podamos madrugar, y al día siguiente volver a madrugar...

(Yo de mayor quiero ser como) El Fary

El título de este post lo dice todo, queridísimos lectores de esto: sirvan estas líneas como homenaje, obviamente, póstumo (y van...) al Fary. Y es que mucho cachondeo y tal y cual, pero... ¿acaso alguno de ustedes ha oído alguna vez a alguien, a quien sea, a una sola persona, hablar mal del Fary? ¿A que no? Pues en este país nuestro que parece un nido de víboras, creo que esa ausencia de palabras vale más que seis mil ídem. Hombre, sí, vale, algún comentario coñón que de qué feo era el jodío y lo de chupar limones y tal, pero ningún comentario en realidad sangrante, ningún comentario en el que se pretendiera de verdad herir o hacer sangrar a la persona que había detrás del personaje. Ningún comentario directo a la encía, vaya. Y eso tiene por fuerza que decir mucho de lo buena persona que tuvo que ser. Pues eso, que yo de mayor quiero ser como El Fary.

Y además, que de bien nacidos es ser agradecidos, y al Fary le debemos muchos grandes momentos de desparrame verbenero entonando a voz en cuello aquéllo de "vaaaya toriiitooo, ay torito guaaapooo". Por eso y por lo muchísimo que nos hemos desgüevao cada vez que hemos recordado la letra de "La mandanga", muchísimas gracias, maestro. Descanse en paz.

sábado, 16 de junio de 2007

Lectura del día: "Macanudo nº 1" (Liniers)

En "El Hombre Sentimental" nos gusta el cómic. Mucho. No leemos tanto como nos gustaría porque, ya saben, el presupuesto es limitado y hay que elegir, y a uno siempre le acaban pudiendo otros objetos, de forma redondeada y... vaya, que, supongamos, uno se dirige por poner un ejemplo a la Fnac con veinte dólares europeos en el bolsillo y la firme intención de comprarse algún buen cómic pero por algún motivo se queda encallado dos plantas más abajo y anda, fíjate, si ha salido un nuevo recopilatorio de reggae del sello Trojan y... oh, mierda. Moraleja: si quieres de verdad comprar cómics, no vayas a la Fnac o similares, vete a una buena tienda de cómics. Estoy divagando, ¿verdad? Bien, estooo... Decíamos ayer: en "El Hombre Sentimental" nos gusta el cómic. Mucho. Y dentro de esa afición tenemos una debilidad especial por el formato "tira". No sé, me parece que dentro de las infinitas posibilidades expresivas que ofrece el medio (con papel y lápiz, haciendo dibujitos, puedes hacer LO QUE SEA, siempre que consigas que la imaginación del lector se transforme en tu aliada), la tira es desde siempre uno de los vehículos donde la creatividad del autor puede lucirse más, precisamente por las muy estrictas limitaciones que le impone: has de contar una historia completa en un espacio de entre una y cuatro, cinco, ¿seis a lo sumo? viñetas. ¿A que parece difícil? Pues no lo parece: lo es. Por eso nos gustan tanto quienes brillan o han brillado haciendo tiras. Los ejemplos son bien conocidos de todos ustedes: clásicos del género son Schultz con sus "Peanuts", Watterson con "Calvin y Hobbes" o, en el ámbito hispanoparlante, Quino con "Mafalda"... Y de entre los "modernos", destacaremos al muy enorme Frank Cho con "Liberty Meadows" (humor enloquecido, trazo fascinante, y ¡esas mujeres! ¿Quién, por los clavos de Cristo, es capaz de no enamorarse de las mujeres que dibuja el señor Cho?) y a nuestro autor recomendado de hoy, otro ilustre argentino, el señor Liniers.

Se ha reeditado hace muy poco el volumen 1 de "Macanudo" (ed. Mondadori), que no es ni más ni menos que una recopilación de las tiras que bajo el mismo título se edita(ro)n en el periódico argentino "La Nación" (este primer volumen, y de momento llevan dos, recoge año y pico de tiras, concretamente las publicadas en dicho diario desde Junio de 2002 hasta Noviembre de 2003). Y como les he dicho ya en alguna otra ocasión, tienen ustedes que hacerse con esto cueste lo que cueste, y si para ello tienen que robarlo de alguna librería, que así sea: yo miraré para otro lado, silbando. ¿Tan divertido es? Pues sí, pero eso casi es lo de menos, al fin y al cabo cómics divertidos hay muchos. La razón es otra: Liniers es un farsante, pero le hemos visto el truco y a nosotros no nos engaña. ¡Sr. Liniers! ¿Nos oye? ¡No nos la va a dar con queso, ja-ja! Le hemos descubierto: usted, Sr. Liniers, no es ni un excelente dibujante ni un fantástico humorista. Usted, Sr. Liniers (música de intriga, cha-cháaan), es... un poeta. Sí, sí, así con todas las letras. Un P-O-E-T-A.

viernes, 15 de junio de 2007

El tiempo que te quede libre, si te es posible, dedícalo a mí (pero no dejes de visitar estos otros blogs, hombre)

Miren, es que hoy me siento generoso: me encanta que todos ustedes me lean, pero en la Red hay muchas más cosas interesantes (suponiendo, ejem, que esto también lo sea, eeeeh, interesante digo). Por eso voy a proponerles que ya que están ustedes metidos en Internet aprovechen el tirón para visitar otros blogs fantásticos:

Tenemos en primer lugar el muy vehemente "La Escuela Moderna" de los hermanos Amat (Kiko y Uri, o Uri y Kiko, tanto monta, monta tanto): por extraer unos cuantos ejemplos de entre los posts que han publicado recientemente, a ustedes podrán gustarles más o menos los Dexys Midnight Runners (a mí particularmente, pichí-pichá), o la música soul (a mí ni mucho ni poco, sino TODO: ojito a ese post sobre el magnífico recopilatorio de soul ibérico publicado recientemente por el sello Vampisoul, "Sensacional Soul") o el señor Kurt Vonnegut (yo es que nunca le he leído, saben). Pero siempre da gusto leer las opiniones de gente que defienden tan apasionadamente lo que a ellos les emociona. Y además tan bien escrito, con estilo y coña marinera. Encuéntrenlo en http://www.laescuelamoderna.blogspot.com/.

Luego tenemos a "La Patata De La Libertad", que se autodefine como "un blog de opinión anti-". ¿Anti-qué?, se preguntarán ustedes. Anti-todo. Y es que en estos tiempos de borreguez que corren reconforta saber que aún hay quien no cae en la resignación ni el agotamiento y llega a casa con sus niveles de cabreo intactos y ejerce su derecho a berrear, protestar y patalear. Ea. Para mí sería muy cansado estar tan enfadado siempre (qué quieren, uno que es así, blandico, como el SuperÑoño de "La Hora Chanante"), pero disfruto enormemente leyéndolo. Supongo que es porque también suscribo hasta cierto punto esa visión de las cosas, pero de una forma pelín más lúdica. Como cantaba San Groucho Marx en "Sopa de ganso", vaya: "Whatever it is, I´m against it". Búsquenlo en http://www.lapatatadelalibertad.blogspot.com/.

Y por último, un descubrimiento que debo precisamente a los señores de "La Patata De La Libertad", un blog titulado "La Decadencia Del Ingenio": humor absurdo a la altura de los mejores escritos de Woody Allen. Para que se hagan una idea, sólo cuatro escritores me han hecho LLORAR de risa en mi vida. Uno fue Jerome K. Jerome con "Tres hombres en una barca", otro Eduardo Mendoza con "El misterio de la cripta embrujada" (y en menor medida con sus secuelas "El laberinto de las aceitunas" y "La aventura del tocador de señoras"), el tercero fue Woody Allen con "Cuentos sin plumas", y por último tenemos al autor, de cuyo nombre no me acuerdo ahora, de "La Decadencia Del Ingenio". Lo hallarán en http://jaime.antville.org/.

Para cerrar, agradecimientos muy especiales a dos de los tres blogs arriba citados, y es que uno debe humildemente confesar que fue precisamente la lectura repetida de "La Escuela Moderna" y de "La Patata De La Libertad" lo que nos dio ganas de empezar con este blog nuestro. Como aquéllos chavales inglesitos de finales de los 70 que tras oír el primer disco de los Ramones se lanzaron en masa a comprarse guitarras eléctricas y montar-su-propio-grupo-de-rock. Así de inspiradores son. Así de buenos.

jueves, 14 de junio de 2007

Disco del día: "Push Barman To Open Old Wounds: An Anthology Of The Jeepster EP Singles 1997-2001" (Belle And Sebastian)

Henos aquí de vuelta tras un par de semanillas de ausencia: el estrés de la vida moderna y tal, que nos distrae de todo aquello que más nos gusta (como esto), y esto no es vida y qué querrán de nosotros, que un día acabaremos reventando y lo dejaremos todo perdido, y el día menos pensado dejo todo esto y me voy a una cabaña en el bosque, y si no ya verás, al tiempo. En fin, al grano, que como han podido adivinar por el título de este post, hoy lo traigo gordo.

Empezaremos con la intención de dejar las cosas claras, aunque mucho me temo que al final nos acabaremos liando la pata (como siempre): nunca he sido un gran fan de Belle And Sebastian, y eso que son un grupo que por momentos me gustan muchísimo, a rabiar, con locura. ¿Y cómo se compatibilizan ambas afirmaciones?, se preguntarán ustedes. Pues con suma precaución. Me explico: Belle And Sebastian no me gustan NADA cuando se ponen muy Belle And Sebastian, y en cambio me SULIBELLAN cuando se olvidan por un momento de sonar a sí mismos y simplemente se ponen a hacer grandes canciones. Supongo que muchos de ustedes, si les han oído en alguna ocasión, empiezan a hacerse una idea de a qué me refiero. ¿A qué suenan Belle And Sebastian cuando quieren sonar a sí mismos? Pues a canciones melancólicas con saborcillo a pop melódico sesentero. A letras más susurradas que cantadas. A guitarras acústicas y órganos haciendo colchón (añádase cuarto y mitad de sutiles arreglos de cuerda y vientos). A melodías vocales raras veces obvias. Y en ocasiones, a olvidarse de incluir estribillos en la canción. En suma: a mucho de todo lo que más nos gusta del sonido de los años 60. Pero claro, en aquélla época las bandas sonaban así porque tocaba (el espíritu de los tiempos, etc., etc.) y Belle And Sebastian suenan así por elección y por convicción. Dicho de otro modo: Love suenan a Love y The Mamas & The Papas a The Mamas & The Papas porque sencillamente les brotaba así; Y Belle And Sebastian suenan a Belle And Sebastian porque han oído muchos discos de Love, y de The Mamas & The Papas, y de northern soul, y de… y claro, eso ya no es rock´n´roll. Eso es pop ilustrado, es citar a los clásicos, es labor de ratón de biblioteca con las gafotas resbalando narices abajo. Resumo: eso ya no es sentimiento, es sólo estilo. Y mucho peor si además, a fuerza de ponerte caretas, acabas creando una plantilla para componer sin esfuerzo.

Lo cual, por supuesto, no quiere decir que siempre y en todos los casos esté mal echar la vista atrás, pero hombre, si vas a copiar algo que ya se ha hecho antes, al menos échale algo de sangre. Ejemplos: si ya tienen en casa el excelso recopilatorio “Nuggets” a lo mejor no les hace falta escuchar a The Cynics para entender lo que significa “rock de garaje”, pero si pueden escuchar su LP (de The Cynics) “Rock´N´Roll” sin sentir el impulso de destrozar el mobiliario de sus salones, el líquido blancuzco que les corre por las venas no es sino genuina horchata de chufa. Si ya han oído a Big Star, pues para qué perder el tiempo, teóricamente hablando, con The Lemonheads o Teenage Fanclub, pero es que, en la práctica, lo hacen tan bien… Y ya puestos, hace muchos años que el mundo no necesita más clones de The Beatles ni de T-Rex, pero es que cuando Oasis grabaron el “Definitely Maybe” combinaron ambas influencias a la perfección y con tantas ganas, tantas, tantas como Suede al lograr la fusión perfecta de las voces de David Bowie y su maestro Scott Walker en ese soberano “Dog Man Star”. ¿Empiezan a pillar de qué va la cosa? O mejor dicho, erm, ¿me explico?

Ésa ha sido en muchas ocasiones la baza ganadora de Belle And Sebastian: la coctelería de altura, combinando influencias hasta conseguir un combinado de presentación y sabor ideales que pasa que da gusto, oigan. Tomemos al azar (bueno, mentira), de nuestro disco recomendado de hoy la canción que lo abre: “Dog On Wheels”. Cogen el riff del “Chinese Rocks” de Johnny Thunders y le dan la vuelta, le añaden unas trompetas al estilo Love en la época “Forever Changes” y hala, a correr. Premio. Cogemos “Lazy Line Painter Jane”, con esa Monica Queen desatada que quiere ser diva del soul pero se queda en Bonnie Tyler y qué más da, cuando el resultado final son cinco minutos de épica sobrecogedora. Y sin embargo cogemos “The State I Am In”, “Le Pastie De La Bourgeoisie”, “Jonathan David”, y… cero grados (ni frío ni calor). Indiferencia, que es (casi) lo peor que nos puede pasar cuando estamos escuchando un disco.

Bueno, pues concretando, en este (disco, digo) pueden ustedes encontrar todas esas canciones y muchas más. Es un buen documento de los primeros años de vida de una banda que tuvo la suerte o la desgracia de nacer con un sonido muy claramente definido, de gente que desde el principio pareció tener muy claro lo que quería. Arma de doble filo, claro: en “If You´re Feeling Sinister” la fórmula funcionó espléndidamente bien, pero en entregas posteriores no es que el oyente empezara a aburrirse, es que se acabaron aburriendo ellos mismos. La buena noticia es que desde “Dear Catastrophe Waitress” el señor Stuart Murdoch empieza a mostrar nuevos síntomas de entusiasmo, y vuelven a ser un grupo al que merece la pena seguir. Y no, mucho nos tememos que a estas alturas no van a abandonar su "receta mágica" -la que nos hace bostezar- por las buenas, pero sí sabemos que en cada nuevo disco habrá un esplendoroso “Step Into My Office, Baby”, o un enternecedor “Asleep On A Sunbeam”, o hasta un rompepistas como “Suki In The Graveyard”. Albricias.

Para terminar, no sé si con todo lo anterior he terminado dejando todo más claro, como pretendía, o embarullándolo aún más, como me temía. Probemos a ver si así se entiende mejor: Belle And Sebastian tienen muchas cosas que no me gustan. Y sin embargo, el 99% de los discos que se están publicando hoy en día por ahí no le llegan a este, que se compone fundamentalmente de caras B, ni a la suela de los zapatos. Pues eso.