Henos aquí de vuelta tras un par de semanillas de ausencia: el estrés de la vida moderna y tal, que nos distrae de todo aquello que más nos gusta (como esto), y esto no es vida y qué querrán de nosotros, que un día acabaremos reventando y lo dejaremos todo perdido, y el día menos pensado dejo todo esto y me voy a una cabaña en el bosque, y si no ya verás, al tiempo. En fin, al grano, que como han podido adivinar por el título de este post, hoy lo traigo gordo.
Empezaremos con la intención de dejar las cosas claras, aunque mucho me temo que al final nos acabaremos liando la pata (como siempre): nunca he sido un gran fan de Belle And Sebastian, y eso que son un grupo que por momentos me gustan muchísimo, a rabiar, con locura. ¿Y cómo se compatibilizan ambas afirmaciones?, se preguntarán ustedes. Pues con suma precaución. Me explico: Belle And Sebastian no me gustan NADA cuando se ponen muy Belle And Sebastian, y en cambio me SULIBELLAN cuando se olvidan por un momento de sonar a sí mismos y simplemente se ponen a hacer grandes canciones. Supongo que muchos de ustedes, si les han oído en alguna ocasión, empiezan a hacerse una idea de a qué me refiero. ¿A qué suenan Belle And Sebastian cuando quieren sonar a sí mismos? Pues a canciones melancólicas con saborcillo a pop melódico sesentero. A letras más susurradas que cantadas. A guitarras acústicas y órganos haciendo colchón (añádase cuarto y mitad de sutiles arreglos de cuerda y vientos). A melodías vocales raras veces obvias. Y en ocasiones, a olvidarse de incluir estribillos en la canción. En suma: a mucho de todo lo que más nos gusta del sonido de los años 60. Pero claro, en aquélla época las bandas sonaban así porque tocaba (el espíritu de los tiempos, etc., etc.) y Belle And Sebastian suenan así por elección y por convicción. Dicho de otro modo: Love suenan a Love y The Mamas & The Papas a The Mamas & The Papas porque sencillamente les brotaba así; Y Belle And Sebastian suenan a Belle And Sebastian porque han oído muchos discos de Love, y de The Mamas & The Papas, y de northern soul, y de… y claro, eso ya no es rock´n´roll. Eso es pop ilustrado, es citar a los clásicos, es labor de ratón de biblioteca con las gafotas resbalando narices abajo. Resumo: eso ya no es sentimiento, es sólo estilo. Y mucho peor si además, a fuerza de ponerte caretas, acabas creando una plantilla para componer sin esfuerzo.
Lo cual, por supuesto, no quiere decir que siempre y en todos los casos esté mal echar la vista atrás, pero hombre, si vas a copiar algo que ya se ha hecho antes, al menos échale algo de sangre. Ejemplos: si ya tienen en casa el excelso recopilatorio “Nuggets” a lo mejor no les hace falta escuchar a The Cynics para entender lo que significa “rock de garaje”, pero si pueden escuchar su LP (de The Cynics) “Rock´N´Roll” sin sentir el impulso de destrozar el mobiliario de sus salones, el líquido blancuzco que les corre por las venas no es sino genuina horchata de chufa. Si ya han oído a Big Star, pues para qué perder el tiempo, teóricamente hablando, con The Lemonheads o Teenage Fanclub, pero es que, en la práctica, lo hacen tan bien… Y ya puestos, hace muchos años que el mundo no necesita más clones de The Beatles ni de T-Rex, pero es que cuando Oasis grabaron el “Definitely Maybe” combinaron ambas influencias a la perfección y con tantas ganas, tantas, tantas como Suede al lograr la fusión perfecta de las voces de David Bowie y su maestro Scott Walker en ese soberano “Dog Man Star”. ¿Empiezan a pillar de qué va la cosa? O mejor dicho, erm, ¿me explico?
Ésa ha sido en muchas ocasiones la baza ganadora de Belle And Sebastian: la coctelería de altura, combinando influencias hasta conseguir un combinado de presentación y sabor ideales que pasa que da gusto, oigan. Tomemos al azar (bueno, mentira), de nuestro disco recomendado de hoy la canción que lo abre: “Dog On Wheels”. Cogen el riff del “Chinese Rocks” de Johnny Thunders y le dan la vuelta, le añaden unas trompetas al estilo Love en la época “Forever Changes” y hala, a correr. Premio. Cogemos “Lazy Line Painter Jane”, con esa Monica Queen desatada que quiere ser diva del soul pero se queda en Bonnie Tyler y qué más da, cuando el resultado final son cinco minutos de épica sobrecogedora. Y sin embargo cogemos “The State I Am In”, “Le Pastie De La Bourgeoisie”, “Jonathan David”, y… cero grados (ni frío ni calor). Indiferencia, que es (casi) lo peor que nos puede pasar cuando estamos escuchando un disco.
Bueno, pues concretando, en este (disco, digo) pueden ustedes encontrar todas esas canciones y muchas más. Es un buen documento de los primeros años de vida de una banda que tuvo la suerte o la desgracia de nacer con un sonido muy claramente definido, de gente que desde el principio pareció tener muy claro lo que quería. Arma de doble filo, claro: en “If You´re Feeling Sinister” la fórmula funcionó espléndidamente bien, pero en entregas posteriores no es que el oyente empezara a aburrirse, es que se acabaron aburriendo ellos mismos. La buena noticia es que desde “Dear Catastrophe Waitress” el señor Stuart Murdoch empieza a mostrar nuevos síntomas de entusiasmo, y vuelven a ser un grupo al que merece la pena seguir. Y no, mucho nos tememos que a estas alturas no van a abandonar su "receta mágica" -la que nos hace bostezar- por las buenas, pero sí sabemos que en cada nuevo disco habrá un esplendoroso “Step Into My Office, Baby”, o un enternecedor “Asleep On A Sunbeam”, o hasta un rompepistas como “Suki In The Graveyard”. Albricias.
Para terminar, no sé si con todo lo anterior he terminado dejando todo más claro, como pretendía, o embarullándolo aún más, como me temía. Probemos a ver si así se entiende mejor: Belle And Sebastian tienen muchas cosas que no me gustan. Y sin embargo, el 99% de los discos que se están publicando hoy en día por ahí no le llegan a este, que se compone fundamentalmente de caras B, ni a la suela de los zapatos. Pues eso.
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